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Cita literaria
“El contrabandista llegó a la orilla del mar. Las olas se destripaban convulsivamente contra las rocas, remojándolas con salobres espumarajos. El tiempo seguía igual. A poca altura sobre el horizonte, la negrura de una nube volandera, desportillada de brillos, cubría la luna, dejando escapar, por debajo de la extremidad inferior, haces de rayos divergentes como una gran hoja de palmito luminosa. La media luz mostraba apariencias de crepúsculo; el mar en la lejanía reflejaba los rayos lunares como el centelleo de un banco de boquerones.
El contrabandista, después de haber intentado inútilmente divisar una barca, empezó a andar por la costa: primero hacia Lebeche, después por la parte de Levante. Caminando maquinalmente, nervioso, obsesionado. No viendo ninguna señal, se sentó en una piedra plana, lanzó el sombrero al suelo sujetándolo con un guijo sobre el ala, sacó una caja de puritos caliqueños, y encendió uno.”